En los mas profundo de la mente humana, las sombras se agitan inquietas mientras trepan por la vida de cada uno...
Lo volvió a oír, un susurro aceitoso y apagado, en su mente.
Se encogió, sujetándose la cabeza, con el estertor de la muerte lenta en el rostro y se gritó así mismo para no oírse.
La gente lo miraba, como siempre cuando la Serpiente se movía en su cabeza.
Siguió andando, un par de pasos; y de pronto todo estalló.
Ya no era un susurro; miles, no, millones de escamas afiladas como cuchillas rechinando contra su cráneo, cortando la carne y el alma, provocando la mayor tortura inimaginable, arrancando el frágil espíritu que le quedaba.
Se arrojó al suelo, agarrándose con mas y mas fuerza el pecho.
Cada vez quedaba menos de hombre en su cuerpo.
Cada vez quedaba mas serpiente dentro de él.
Gritó y gritó, vomitó, quería sacar a la Serpiente que se enroscaba en su cabeza, con movimientos sinuosos y lascivos.
Entonces también llegaron las voces, susurrando, gritando y parloteando en montones de lenguas muertas y descompuestas, podridas, eones atrás.
Veía las caras, de dientes afilados y lenguas bífidas ahora, de rasgos naturales y gesto preocupados después, cambiantes, confusas, girando, retorciéndose, desapareciendo y estallando en miles de pedazos para volver tortuosamente a sus ojos.
Recuerda que golpeo algo duro, que oyó chasquidos y crujidos, aunque no supo de donde provenían.
Entonces vino de nuevo el silencio.
Estaba rodeado de gente, que lo miraba aterrorizada. Cerca de él una persona sangraba por la nariz, y otra estaba tendida bajo dos hombres que lo llamaban a gritos.
Y el silencio seguía ahí, mirándole, como el resto del mundo.
Solo silencio.
Y la Serpiente rió, de forma imperceptible, con una risa sibilante, cargada de eses.
Y rió y rió la Serpiente.
Y el lloró.
Gracias a Dragón por este nuevo texto.